Hasta ahora, cerca de 84 países han firmado el Tratado Global de los Océanos, pero para que se convierta en Ley y pueda entrar en vigor se requiere que al menos 60 países lo ratifiquen. Chile y Palau han sido los primeros.
Desde casi dos décadas distintas organizaciones de la sociedad civil en el mundo entero -como el caso de Greenpeace, entre muchos otros- han estado luchando por conseguir un Tratado que brinde protección a los océanos globales. Muchos de éstos convertidos en tierra de nadie.
Cabe destacar que la altamar cubre el 61% del área del océano y actualmente menos del 3% de estas aguas se encuentran protegidas. Al estar fuera de la jurisdicción de los países, han sido prácticamente la “tierra de nadie”, afectando gravemente la salud de los ecosistemas marinos, con grandes consecuencias.
Es por ello que fue un logro histórico que -en marzo del año pasado- el Tratado Global de los Océanos fuera aprobado en el seno de las Naciones Unidas, en Nueva York. 86 países lo firmaron, pero aún falta que 60 de éstos lo ratifiquen -cada uno en sus administraciones- al 2030. Tan sólo las repúblicas de Chile y Palau lo han ratificado.
La ratificación del Tratado Global de los Océanos es de suma importancia; permitirá proteger a los ecosistemas marinos de actividades humanas dañinas como la explotación petrolera, la minería submarina y la sobrepesca, así como de problemáticas como la contaminación por plásticos y el cambio climático.
Palaos, oficialmente la República de Palau, es uno de los cuatro países insulares que forman Micronesia y uno de los catorce que conforman Oceanía. La República de Palau está compuesta, aproximadamente, por trescientas cuarenta islas de origen volcánico y coralino en el mar de Filipinas.
Faltan 6 años para que llegue el 2030 y con ello la fecha límite para alcanzar el objetivo 30×30, de ahí la urgente necesidad de que el resto de países aceleren sus procesos internos para lograr la ratificación de este acuerdo.