Durante la cuarentena se extrañan esas pausas laborales que sin reconocerlo nos distraían lo justo para volver y continuar. El confinamiento ha hecho valorar esas salidas a tomar café y/o los almuerzos -ambas- con conversaciones distendidas entre pares; y confirmar que ninguna de esas alternativas era sacar la vuelta. Todo tiene un porqué. Anuncie su Empresa aquí.
Ponerse al día con los acontecimientos del fin de semana, distraerse mientras esperas el café de media mañana, la merienda del mediodía o el almuerzo. Si hay un gesto cotidiano asociado al trabajo que se ha perdido con la distancia que ha impuesto el coronavirus, es el de mantener esas pequeñas «conversaciones de oficina». Realidad que muchos de quienes siguen trabajando en casa han ido notando a medida que pasa el tiempo. “Se echa de menos las conversaciones cara a cara o esos pequeños ratos de reflexiones laborales cotidianas donde puedes comentar las impresiones del trabajo o, incluso, compartir nuestras preocupaciones”, asegura Ismael, profesional de las comunicaciones.
Durante el confinamiento y con un sistema de teletrabajo la relación con colegas y jefes se modifica porque de forma telemática la comunicación se reduce a una sola vía: hablar tras una pantalla. Se pierde frescura e improvisación, pero es compensado con las ganas del trabajo en equipo.
A priori, solemos pensar que estos mini encuentros con compañeros y superiores en el baño o en el comedor son intrascendentes, casi una pérdida de tiempo, pero ¿pueden llegar a tener incidencia en la forma más o menos amable en la que nos ven nuestros jefes o compañeros? Según expertos en desarrollo laboral, sí.
«Tal y como lo explicaba en el artículo del New York Times, existe un concepto, la sintonía, que es lo que puede determinar finalmente que un superior decida ampliar una fecha de entrega si nos vemos apurados o proponerte a ti y no a otro compañero para lograr un ascenso. El motivo: que esas relaciones que construimos en nuestro entorno laboral hacen que les resulte más fácil recordar, en un momento dado, que todos somos humanos. Lo recomendable, por tanto, sería tratar de cuidar esas interacciones sociales en lugar de evitarlas a toda costa.»
Sin embargo, Sergio Hernández, coach de desarrollo profesional, entiende que estas conversaciones “no deberían de ser tan relevantes en un contexto profesional porque se puede caer en una tendencia peligrosa y tóxica. En esas pequeñas conversaciones con un café se logran generar afinidades entre los pares que después son más valoradas que las afinidades profesionales”. Hernández asevera que al trabajador hay que «medirle por las aptitudes y por las competencias de su desarrollo profesional. Muchas veces hay gente que nos cae mal y por ese mero hecho nos cuesta mucho más trabajar con ellos. No debería de ser así. Pero nos hemos acostumbrado a sobreponer lo personal a lo profesional. Evidentemente, somos personas, necesitamos relacionarnos, necesitamos hacer equipo, necesitamos motivarnos”, asegura el coach.
Lo difícil que es para algunos sociabilizar en el trabajo. Es evidente que la personalidad de cada uno determinará cómo nos enfrentamos al grupo de trabajo. Por lo general, los más tímidos o introvertidos suelen sufrir cuando se trata de socializar en estos contextos. Además, como señala la coach, “no todos necesitamos parar para descansar de la misma manera. Hay personas que, en lugar de hablar, en esos momentos necesitan meditar, hacer deporte, salir a la calle a caminar, distraerse… Al final, te sientes en una vorágine de “lo que debe de ser”, del “vamos todos a tomar un café juntos”. Es algo que se ha instaurado en las empresas, pero realmente no es lo más beneficioso para todos”.
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