Caminar mantiene el corazón sano y la mente clara

La salud neurológica depende tanto de las señales enviadas por los músculos de las piernas al cerebro como del feedback desde el cerebro hasta los músculos.

En el acto de caminar, andar, pasear, aplanar calles -o como quiera llamarlo-, quien mueve las piernas no sólo mantiene sano el corazón, sino que de paso mantiene su cerebro en forma.

Así lo confirma una investigación publicada recientemente en la revista Frontiers in Neuroscience que muestra que el uso de las piernas, particularmente en el ejercicio de soportar peso, envía señales al cerebro que son vitales para la producción de células neuronales sanas, esenciales para el cerebro y el sistema nervioso. Por lo que, reducir el ejercicio hace que sea difícil para el cuerpo producir nuevas células nerviosas, que se ha propuesto que nos permiten manejar el estrés y adaptarnos a los desafíos de la vida diaria.

El estudio dio un giro a la práctica de la neurología, aseguran los investigadores, brindando a los médicos nuevas pistas de por qué los pacientes con enfermedad de las neuronas motoras, esclerosis múltiple, atrofia muscular espinal y otras enfermedades neurológicas a menudo sufren un deterioro rápido cuando sus movimientos se vuelven limitados.

Este resultado ya lo sospechaban muchas asociaciones de pacientes con este tipo de enfermedades neurológicas, que han reclamado siempre a la Administración la cobertura de los servicios de fisioterapia para conservar la movilidad de los pacientes. Ahora la neurociencia les da un arma más para reclamar lo que lejos de ser un gasto es en realidad una inversión en calidad de vida para los pacientes y ahorro a largo plazo para el sistema de salud.

“Nuestro estudio respalda la noción de que las personas que no pueden realizar ejercicios de carga (del propio peso corporal), como los pacientes que están postrados en la cama o incluso los astronautas en viajes prolongados, no solo pierden masa muscular, sino que su química corporal se ve alterada al nivel celular e incluso su sistema nervioso se ve afectado negativamente “, explica la Dra. Raffaella Adami de la Università degli Studi di Milano, Italia.

“No es accidental que tengamos que estar activos: caminar, correr, agacharnos para sentarnos y usar los músculos de nuestras piernas para levantar cosas”, asegura Adami. “La salud neurológica no es una calle de sentido único con el cerebro diciéndole a los músculos ‘levantar’, ‘caminar’, y así sucesivamente”.

Los investigadores obtuvieron más información al analizar células individuales. Descubrieron que restringir el ejercicio reduce la cantidad de oxígeno en el cuerpo, lo que crea un ambiente anaeróbico y altera el metabolismo. La reducción del ejercicio también parece tener un impacto en dos genes, uno de los cuales, CDK5Rap1, es muy importante para la salud de las mitocondrias: las centrales productoras de energía del organismo. Esto representa otro ciclo de retroalimentación.

Las caminatas deben ser regulares. Y cuanto más temprano se empiece a caminar en la vida, mayor el efecto que se obtendrá con el tiempo.

Caminar contra el Alzheimer

Por otra parte, un estudio de la Universidad de Pittsburg -quizás y a la fecha, el más amplio que se ha hecho sobre el impacto de la actividad física y el deterioro mental asociado a la enfermedad de Alzheimer- siguió a más de 400 ancianos durante más de 20 años.

Entre los participantes, con una edad promedio de 80 años, 300 eran sanos y 127 mostraban deterioro cognitivo leve (DCL) -una etapa previa a la demencia- y síntomas de Alzheimer.

“Durante 20 años hemos estado estudiando a individuos de edad avanzada para ver si la actividad física puede realmente conservar el volumen cerebral con el paso de los años y reducir el riesgo de la enfermedad de Alzheimer” explica el doctor Cyrus Raji, de la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, quien dirigió este estudio.

“Descubrimos que caminar unos 10 kilómetros a la semana logró, en el curso de 10 años, proteger la estructura cerebral y reducir el riesgo de Alzheimer en cerca de 50%. Lo que se convierte en una reducción enorme en la pérdida de memoria y demuestra lo importante que es que la gente que ya tiene Alzheimer -y por supuesto también la gente sana- salga a caminar”, asegura el experto.

“Caminar, igual que cualquier actividad física, mejora el flujo de sangre hacia el cerebro lo cual aumenta el nivel de oxigeno y nutrientes en las células que a su vez las ayuda a mantener sanas y viables durante la vejez” explica el doctor Raji.

“El Alzheimer es una enfermedad devastadora, y desafortunadamente caminar no es una cura. Pero caminar puede mejorar la resistencia del cerebro a la enfermedad y reducir la pérdida de memoria”, asegura el experto.

Actualmente viven en el mundo unos 35 millones de personas con Alzheimer y se cree que esa cifra se duplicará cada 20 años. Eso significa que para el año 2050 habrá en el mundo 115 millones de personas con esta enfermedad.

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