¿Alérgico a las mascotas?

Las alergias a mascotas y/o animales de compañía pueden llegar a ser molestias comunes, sobre todo en personas asmáticas o con otros problemas respiratorios. Aunque la mejor solución es la más drástica, no siempre es necesario que el afectado se separe del animal para llevar una vida más o menos saludable, sino que existen varias medidas que pueden suavizar los síntomas y permitir la convivencia con su mascota. 

Una alergia es una reacción del sistema inmunológico ante una sustancia particular (alérgeno) que afecta a la sensibilidad del organismo. En este caso los alérgenos son unas proteínas que se encuentran en la piel, la saliva y la orina de los animales.

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Estas proteínas se desprenden de la piel mediante la caspa (células muertas), o se evaporan en el caso de la orina, dispersándose en el aire en forma de partículas de polvo microscópicas. Al inhalar, tocar o ingerir estos alérgenos se producen las reacciones alérgicas.

Cualquier mascota con pelo o plumas puede producir reacciones alérgicas en su dueño, incluidos los conejos, los pájaros y los roedores. También se han dado casos producidos por algunos reptiles como iguanas y serpientes e, incluso, por gusanos e insectos utilizados para alimentar a otras mascotas.

Los perros y los gatos son los animales de compañía más comunes y, por lo tanto, los que más alergias producen: aproximadamente un 20% de la población tiene reacciones alérgicas ante estas mascotas. Las más frecuentes y severas son aquellas producidas por los gatos, cuyo alérgeno, una proteína llamada Fellis domesticus 1 (Fel d1), se encuentra principalmente en la piel, aunque también en la saliva y la orina. Se cree que las hembras producen menos Fel d1 que los machos y que, por lo tanto, son menos alergénicas.

En tanto, los síntomas pueden surgir por contacto directo con el animal o bien de forma indirecta a través del aire, donde los alérgenos se extienden en forma de minúsculas partículas. Al tomar contacto con los ojos, la piel o las vías respiratorias de una persona alérgica, se producen una serie de reacciones cuya gravedad depende del grado de sensibilidad del afectado.

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Estos síntomas pueden ser varios:

– Reacciones cutáneas como urticaria (aparición de zonas rojas e inflamadas que provocan comezón), angioedema (hinchazones en la piel), dermatitis, o prurito (sensación de hormigueo). Estos síntomas surgen sobre todo como consecuencia del contacto directo con el animal o su saliva.

– Rinitis, una inflamación de la mucosa nasal (estornudos, congestión nasal, picazón…) y conjuntivitis (picor de ojos, enrojecimiento, lloriqueo…), que pueden desarrollarse de forma independiente o conjunta. Es muy frecuente que surjan al tocarse la cara, la nariz o los ojos con las manos tras tener contacto con el animal.

– Asma (tos, dificultad para respirar…). Es más grave que los anteriores y suele presentarse en personas asmáticas o en aquellas con un grado de hipersensibilidad alto. Normalmente los síntomas hacen su aparición pocos minutos después de la toma de contacto, pero en algunos casos pueden tardar horas en desarrollarse o agravarse con el paso del tiempo.

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